Mi marido es un loco de ver fútbol. Te cuento como lo vivo yo por si es tu caso también y te doy alguna idea para para llevarlo algo mejor. La frase de “si no puedes con tu enemigo únete a él” no es totalmente cierta porque tampoco estamos aquí para sufrir y si le das barra libre desayunaría, comería y cenaría viendo fútbol. Busca tus trucos para disfrutar de algo que es tan importante para tu media naranja o por lo menos sacarle partido a tus cesiones.
Al principio, cuando empecé a salir con mi marido recuerdo que en el coche se escuchaba Kiss FM. Pero con el paso del tiempo, cada vez ha ido poniendo más Radio Marca y menos Kiss. Ahora coge mi coche un minuto y ya me ha sintonizado Radio Marca. Me vi obligada a acabar con la costumbre de escuchar la radio deportiva por la noches antes de dormir. Él se quedaba dormido y yo allí mirando el techo desvelada. Apagaba la radio y se despertaba diciendo que la estaba escuchando. Lo de los auriculares no iba tampoco bien pues yo la oía igualmente. Bueno, y lo de despertarse con la radio a todo volumen también erradicado porque si no me iba a dar un ataque al corazón cualquier mañana.
Pues bien, quince años después aquí estamos, casados y con tres hijos. Un largo camino donde he confirmado que los hombres tienen un gen por el deporte que es incontenible. Si a mi marido le dejaras vería cualquier tipo de deporte que pusieran en la tele horas y horas. Ahora con el móvil además está informado en tiempo real. Y qué me dices de lo que poner la tele sin volumen y escuchar el partido retrasmitido de la radio. Muy fuerte. Esa celebración del locutor cuando meten un gol que dura un minuto, que no sé cómo no se ahoga. Qué potencia de voz, por favor. También, digo yo, que cuanta inteligencia de mi marido desperdiciada con tantos datos deportivos en su cabeza que sólo amortiza cuando juega al trivial y elige el color naranja que es “deportes”. Eso sí, cuando le toca nos gana siempre la partida.
Si hablas con mi marido se quejará de que apenas ve futbol por culpa de su mujer. Hemos pasado por diferentes fases. Sin niños, si había un partido interesante quedábamos con amigos e íbamos a verlo a algún bar. Y ya con niños, pasamos por la fase que decía que se tenía que ir al bar, lo cual solventamos poniendo los canales que necesitara en casa. Una vez hecho esto, en los partidos importantes solía decir que en el bar había más ambiente. Lo cual se solventó invitando a amigos a casa o mejor aún siendo nosotros los invitados. Pero hay que obligar que compren los hombres la bebida y comida y que colaboren en recoger lo que se ensucie, porque si no estás perdida y tu casa pasará a ser el bar y tú la camarera.
No me entiendas mal. No es que no me guste el fútbol pero a mí me gusta sólo ver los partidos importantes. Además mi marido es del Atlético de Madrid y yo del Real Madrid. Aunque solemos respetarnos el uno al otro, todavía me recuerda como no me contuve faltando a nuestro pacto cuando en el minuto noventa mi equipo metió un gol que le dio la victoria en una final de la Champions. En fin, la adrenalina me pudo.
El fútbol, como a la mayoría de la población española, nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida. Nosotros nos casamos en octubre porque es el mes con menos probabilidad de que hubiera eventos deportivos importantes. Que no es para tomárselo a broma pues te puede arruinar la celebración. Sé de aperitivos de bodas donde tuvieron que poner pantallas para que la gente asistiera al evento.
Lo que no se puede negar es que mi marido sea un “magnífico padre”. Le he visto arrodillado en el salón de casa celebrando en absoluto silencio un gol de la selección en un mundial para que nuestra bebe no se despertara. Reconozco que aún hoy me enternece recordarlo.
En este entorno, mis hijos varones en el recreo del colegio juegan sólo al fútbol. A veces se les olvida hasta comer el almuerzo y mi hija me cuenta que sus compañeros de clase no comen sino engullen para perder el menor tiempo posible de juego. Mis niños cada verano empiezan su colección de cromos de la liga de ese año aprendiendose mil datos. Hay madres que cuentan que su hijo ha aprendido a leer con los cromos, pues les motivaba mucho más que el libro de lectura del cole. Es un poco locura.
Por mi parte intento ver el menos futbol posible porque tengo muchas cosas interesantes que hacer, en mi opinión. Al maridín le pido que no vea los partidos tipo Villareal – Celta (con todos mi respeto para ellos) pero no siempre lo consigo. Y creo que mi marido a medida que los niños se vayan haciendo más mayores va a ir ganando aliados para que la dosis de fútbol aumente en casa. En esta situación negocio para sacar algo a cambio si cedo.
Lo que sí es un planazo en familia es ir al estadio, sea cual sea. Qué estallido de alegría cuando mete un gol el equipo con el que vas. Ambientazo. Chicos guapos en pantalones cortos y el maridín super contento. ¿Qué más puedes pedir?
Y para terminar qué me dices de las camisetas de las diferentes temporadas de su equipo para sentarse en el sofá a ver los partidos o, en el mejor de los casos, ir al estadio. Mi marido tiene un cajón dedicado a ellas y no toques ninguna porque son su posesión más preciada. Al menos no se las pone para salir de paseo como veo a otros. No está tan mal entonces, pienso. Podría ser peor.
Conclusión: resístete, lucha, quéjate y acepta cierta dosis porque piensa es genético y no pueden evitarlo. Además si cedes un poco él también cederá y quizás acepte ese plan que te hace tanta ilusión y que hasta ahora no habías conseguido que hicierais. Ánimo igualmente porque nos quedan por jugar muchos minutos de partido.